¨ Si la piedra tuviera conciencia de que cae, también tendría la ilusión de que cae libremente¨ (Spinoza)
I. EL HOMBRE Y SU OBRA
Baruch Spinoza nace en 1632 en Amsterdam, Holanda, de una familia de judíos sefarditas, ello es, oriunda de España y trasladada a Portugal, de donde emigra a Holanda debido a la persecución religiosa.
De comerciantes, su familia, económicamente acomodada, disfruta de merecida estima en la comunidad judía, de la cual fue jefe varias veces su padre.
A los siete años de edad, Baruch ingresa en la escuela de la comunidad hebrea; allí permanece hasta los 18 años de edad. Estudia hebreo, el Antiguo Testamento y el Talmud.
Después de la muerte de su padre, toma una actitud de indiferencia a toda clase de ritos religiosos. Expone y comenta doctrinas no ortodoxas.
El efecto de tales hechos no se hace esperar. En 1656, cifrando en los 24 años, se le excomulga y expulsa de la sinagoga. No asiste a la ceremonia en donde se le dicta la sentencia. Quiso el jefe de la comunidad judía que abjurase de sus ideas, siendo considerado desde su niñez como una esperanza de los sefarditas en Holanda. Inútil, sin provocación, pero sin temor y sin remordimiento, respondió ¨no¨.
Excluido de la comunidad judía, su destino quedaba trazado: la soledad, de una parte, pero, de otra, la libertad incondicionada, por la cual luchó tanto.
La libertad de pensar, la libertad de ser razonable.
Se gana la vida desde entonces, en el oficio de pulir vidrios ópticos.
Se le manifiesta la enfermedad de la tuberculosis, de la cual muere en 1677 (45 años)
Spinoza es uno de los grandes modelos de apasionada dedicación al pensamiento; lo que supone probada independencia, tesón y sinceridad intelectuales. En su vida, conducta e ideas fueron inseparables: voluntad y razón se armonizan en unidad creadora. No aspiraba a que su filosofía fuera la mejor, sino la verdadera.
Conocer el orden de la naturaleza y aceptarlo: he ahí su proyecto de vida.
II. FUENTES
La filosofía de Spinoza es, dicho en una palabra, una remodelación muy original del cartesianismo. Lo continúa a medida en que lleva adelante la metodología racionalista; lo renueva al paso que introduce, frente a Descartes, nuevos temas que, consecuentemente, lo empujaron a una nueva imagen del universo y del hombre.
III. FILOSOFÍA DE SALVACIÓN
La filosofía de Spinoza tiene una vocación práctica: el saber filosófico tiene como mira encontrar una firme solución al problema moral del hombre, a saber, a través de una convicción racional, llegar a la verdadera beatitud.
La salvación humana es la verdadera tarea de la filosofía. El hombre ha de realizar su naturaleza: quiere ser libre y dichoso: y solo puede lograrlo amando, uniéndose a Dios.
Es significativo el hecho de intitular Ética a su obra fundamental y mejor lograda: una obra por cierto, que comprende todos su sistema (teología, gnoseología, cosmología, antropología, mística,…); que se inicia con la idea de Dios y que culmina con la doctrina del amor intelectual de Dios, ello es, en un tratado de mística.
El itinerario de la salvación es la filosofía verdadera y la verdadera filosofía es obra de la razón. La filosofía es la vida razonable.
Según Spinoza, Dios es la fuerza inmanente del universo.
IV. SUSTANCIA, ATRIBUTO, MODO
La Sustancia se define como aquello que es en sí y puede ser concebido por sí mismo, es decir, cuyo concepto no depende de ningún otro. Las cosas todas pueden ser solo propiedades (atributos) o modos (modi) en los que se revela la sustancia. Atributo se llama a aquello que el intelecto comprende en la sustancia como constituyendo la esencia de ésta; modos son las afecciones por las cuales los atributos se expresan de una manera concreta. Dios es la sustancia pura infinita que se forma de infinitos atributos, de los cuales cada uno expresa un ser eterno e infinito.
La sustancia es causa de sí (último fundamento) indivisible y eterna. Solo puede existir una sustancia, pues dos sustancias iguales no se diferenciarían la una de la otra, y dos diferentes no podrían actuar la una sobre la otra.
La sustancia o Dios, posee infinitos atributos. El hombre solo conoce dos, de manera clara y distinta: el pensar (conciencia) y la extensión (cuerpo material). Dios es un ser pensante y extenso a la vez y, como tal, causa de todas las ideas y cuerpos.
La sustancia, los atributos y los modos no son separables. Solo en los atributos existe la sustancia, solo en los modos existen los atributos. De ahí que Dios sea el venero de cuanto existe: penetra en todo, está en todo. El individuo es un conjunto unitario de modos. En esos modos convive la Divinidad.
V. DIOS COSA PENSANTE; DIOS COSA EXTENSA.
Dios es la única sustancia, que dios como Ser sustancial en que se nutren todas las cosas, vive y actúa en todas ellas, y que, por ende, estas mismas cosas no son más que diversos estados, afecciones o modos de la sustancia. Deificación del mundo. Panteísmo.
VI. EL PANTEÍSMO.
No hay sustancias creadas ni sustancias increadas. Aceptarlo es un contrasentido. Las primeras no son verdaderamente sustancias, pues en tanto dependiendo de las segundas ya no son causa de sí (causa sui). Dios como ser trascendente no ha creado al mundo de la nada. Éste es una realidad inmanente en Él. Todos los seres de que consta el mundo están en el mundo y Dios en ellos. En otros términos: Dios es la sustancia en que todo reposa.
Desde siempre y por toda la eternidad Dios y mundo constituyen una radical unidad. Dentro de ella, corresponde a Dios la ascendencia causal, bien que en forma inmanente, ello es, coexistiendo con los seres (todos) de que es causa (natura naturans). No es concebible algo fuera de Dios. No es concebible a Dios fuera del mundo. Cuanto existe, existe en Dios, y nada puede existir o ser concebido sin Dios.
¨Que se le llame Dios o Naturaleza, poco importa para el tema¨, expresa Spinoza.
El panteísmo spinoziano es, también, la más ruda negación del concepto de un Dios personal. Cabría describir esta tesis como la despersonificación de lo divino.
VII. NECESIDAD Y DETERMINISMO
Todo hecho tiene una causa, causa que ha sido efecto, a su turno, de otra causa precedente, y así in infinitum. Pero esto no ha de llevar a la idea de un primer motor, como enseña Aristóteles. Cada efecto es producido gracias a la naturaleza inmanente de Dios. El proceso mundano, la naturaleza hecha con su lógica y real necesidad proviene de la fuerza divina, el motor constante e inseparable de cuanto existe.
VIII. LA ANTROPOLOGÍA
La relación alma – cuerpo, toma otro giro dentro de este monismo panteísta.
No existe influencia alguna de lo anímico sobre lo corpóreo y viceversa. Lo uno y lo otro son manifestaciones diversas pero coincidentes de la sustancia divina. Todo es uno y lo mismo.
Todo cuanto existe proviene de la sustancia absoluta, con necesidad incondicionada (determinismo). El hombre cree que obra libremente porque es consciente de su querer y de los motivos inmediatos que mueven su voluntad, pero en el fondo no lo es. Si conociera las causas metafísicas de su obrar, se daría cuenta de sus limitaciones. Si la piedra tuviera conciencia de que cae, también tendría la ilusión de que cae libremente.
El hombre no es una sustancia, pues en la sustancia la esencia implica necesariamente la existencia; la esencia del hombre, ser derivado, no la contiene. El hombre es una esencia compuesta de dos de los atributos divinos.
El cuerpo es un modo del atributo divino de extensión, y el alma es un modo del atributo divino de pensamiento.
NOTA. Para un mayor y mejor acercamiento a este gran filósofo, consultar, entre otros, a Fernando Savater en ¨La Aventura del Pensamiento¨, además del estudio directo de Spinoza y su obra.
miércoles, 21 de julio de 2010
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