El Leviatán: un Estado protector poderoso
La experiencia inmediata o histórica del hombre y de su manera de vivir y mantenerse sobre la Tierra, presenta un dato radical: los seres humanos se buscan entre sí y construyen espacios comunes en los cuales viven y se reproducen. La soledad absoluta le es imposible al ser humano, y pese a las enormes dificultades que encuentra en compartir su cotidianidad con otros, cualquier esfuerzo resulta válido con el fin de conjurar el aislamiento.
El hombre se asocia, con el fin de combatir la miseria y el peligro. El pacto y la ayudad recíproca no pretenden otra cosa que la seguridad, y esta avidez de certeza y abrigo es el principio operativo de toda organización social y estatal.
Hobbes fundamenta la necesidad del Estado como instrumento regulador de la vida social.
Para Hobbes los individuos son por naturaleza egoístas; actúan desde la perspectiva de la posición del más fuerte para alcanzar sus objetivos y buscan indeclinablemente el poder.
Con estas características ¿cómo es posible la confianza y el respeto mutuo que aseguren la cooperación política y el cumplimiento de los Contratos? La respuesta viene dada desde un experimento mental en el que postula una hipotética situación inicial llamada estado de naturaleza¨, en la que los individuos, poseen ¨derechos naturales¨ para proteger sus vidas, siendo libres de hacer lo que quieran y contra quien quieran, usando los medios que consideren pertinentes. Una situación así desemboca en una continua lucha de todos contra todos, en la que ¨la vida es solitaria, desagradable, brutal y pobre¨
Para superar tal situación es necesario construir la paz, adhiriendo y respetando las leyes naturales en su trato con los otros, los cuales se resumirán en la regla de oro ¨no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti mismo¨.
Ello exigirá un consenso, un Contrato Social entre todos los individuos, en el que cada uno transferiría parte de su libertad (el derecho de autogobernarse) a una autoridad poderosa, un solo poder político, el soberano indivisible, encarnado en un Estado poderoso, que reúna en sí el poder de todos, reduzca todas las voluntades en una, para que los represente y gobierne a cambio de que les confirme su seguridad y paz sobre el presupuesto de que concentra tanto poder que inspira terror y puede domeñar la voluntad de todos.
La Legitimidad de este soberano hobbesiano, entonces, -su derecho a mandar y la obligación de los súbditos a obedecer- es el resultado de consenso de obediencia a cambio de seguridad y paz en el que se hubiesen firmado el Contrato Social.
Pero en Hobbes, aunque el Estado surge del consenso, una vez establecido éste, el individuo no podrá renunciar al Contrato ni cambiar el régimen de gobierno, ni el Estado podrá ser cuestionado, juzgado o sancionado por sus acciones.
El Estado podrá ¨decidir y controlar las enseñanzas, las opiniones, la religión¨. Por supuesto le competen los derechos de declarar la guerra y la paz, de hacer leyes sobre la propiedad (leyes civiles), de juzgar las controversias, de elegir los cargos públicos y administrativos, de recompensar y castigar, de honrar y ordenar.
Todos esos derechos son la esencia de la soberanía.
El súbdito, a su vez, tiene permitido todos aquello que el Estado no prohíba mediante la ley y es titular de los derechos que no pueden ser transferidos por el pacto, es decir que son irrenunciables, como el derecho a la defensa cuando el Estado no puede hacerlo, a la no autoinculpación, a no matarse a sí mismo o matar a otro (salvo cuando el Estado está en peligro o se es mercenario, podría ser justo que un soldado se rehusara a matar , aunque el Estado pudiera castigarlo por su negativa).
Tomás (Thomas) Hobbes nación en el año de 1588 en Inglaterra.
Formado académicamente en Oxford, buena parte de su vida intelectual la dedicó a sus labores como preceptor de la nobleza.
Su ansiedad por fundamentar un remedio definitivo a la situación que vivía en ese entonces su patria, le llevó a delinear una amarga comprobación: el hombre es un ser básicamente antisocial. Su convivir dentro de la historia se resume en una larga y cruenta guerra de ¨todos contra todos¨.
A los 91 años muere (1679).
Su ansiedad por fundamentar un remedio definitivo a la situación que vivía en ese entonces su patria, le llevó a delinear una amarga comprobación: el hombre es un ser básicamente antisocial. Su convivir dentro de la historia se resume en una larga y cruenta guerra de ¨todos contra todos¨.
A los 91 años muere (1679).
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